Cuando tengamos que presentar documentos oficiales fuera de nuestro país, porque así nos lo requieran las autoridades locales, tendremos que recurrir a traductores profesionales que, además de trasladar el texto de un idioma a otro, confieran valor legal a los documentos traducidos. A continuación, vamos a responder todas las preguntas y dudas en torno a la traducción jurada (también denominada traducción oficial), el método mediante el que se otorga validez jurídica a la traducción de un documento.
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Una traducción jurada es una traducción firmada y sellada por un traductor jurado oficial acreditado por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Es una traducción con validez oficial, cuya finalidad última es ser aportada ante organismos oficiales para la realización de trámites legales. En España, las traducciones juradas se realizan entre el idioma español y 39 lenguas para las que hay traductores jurados habilitados por las autoridades españolas.
Los traductores jurados son aquellos profesionales de la traducción que cuentan con la debida autoridad para conferir validez legal a un documento. Pueden traducir un documento desde cero o revisar un documento ya traducido y dar fe de su validez jurídica.
Por lo tanto, el cometido de un traductor jurado es doble: por un lado, traduce el documento escrito y, por otro, garantiza la integridad de su contenido.
Para que una traducción sea jurada, no basta con que la realice cualquier traductor; tiene que estar firmada y sellada por un traductor jurado; ya que solo esta figura está autorizada para garantizar la integridad y la validez legal de la traducción.
No obstante, como dijimos, una traducción no jurada puede convertirse en jurada si un traductor oficial la revisa, la firma y la sella. Sin embargo, lo normal es que los traductores jurados hagan las traducciones directamente desde el original. Si se les presenta un documento ya traducido, tendrán que revisarlo exhaustivamente antes de firmarlo y puede que les lleve el mismo tiempo revisarlo que traducirlo desde el original.
Para utilizar documentos extranjeros en trámites legales o judiciales, laborales, universitarios, con Hacienda, con Tráfico, con Inmigración o con cualquier entidad de carácter oficial. Las traducciones juradas sirven para ser aportadas como prueba documental en distintos procesos jurídicos o trámites legales de casi cualquier índole. Gracias al sello del traductor jurado, estas traducciones adquieren valor oficial, por lo que podemos decir que el traductor jurado adquiere un poder análogo al de un notario (en este aspecto en concreto).
Todas las traducciones juradas, para ser consideradas como tales, deben incluir la firma y el sello del traductor jurado que se haya encargado de su traducción o su revisión: es el requisito indispensable para que estas traducciones tengan valor legal ante cualquier autoridad.
No. El traductor imprime una copia escaneada de tus documentos para firmarla y enviarla junto con la traducción, pero no añade firmas en los documentos originales. Los documentos originales normalmente no deben modificarse ni enviarse por Correos o mensajería para evitar posibles pérdidas.
Los traductores jurados adquieren su condición a través de la validación por parte de un organismo que les habilite para el ejercicio de su profesión. En nuestro país, existen dos requisitos fundamentales:
En España, es el MAEC (Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación) el organismo encargado de acreditar a los traductores jurados entre la lengua española y 39 lenguas extranjeras. Además, jerárquicamente, la Oficina de Interpretación de Lenguas depende del MAEC, lo que confiere más coherencia si cabe al proceso.
Las traducciones juradas tienen pleno valor jurídico, tanto ante nuestros tribunales como frente a nuestros organismos oficiales.
Por el contrario, si una traducción no ha sido traducida y verificada por un traductor oficial, probablemente se podría cuestionar su legitimidad, y pierda su valor o su autoridad a la hora de ser aportada como prueba documental.
Se pueden necesitar traducciones juradas en multitud de ámbitos de la vida cotidiana, y normalmente las requieren tanto las administraciones públicas como los órganos de justicia, las empresas, las universidades... En realidad, la traducción oficial puede llegar a estar presente en multitud de trámites de nuestro día a día.
En general, esta lista se extiende a cualquier documento susceptible de ser aportado en un proceso legal o en un trámite oficial.
En España solo se aceptan traducciones juradas hechas en España y acreditadas por el Ministerio de Asuntos Exteriores español.
No. Solo tiene sentido realizar traducciones juradas de documentos a los que se necesite aportar validez oficial por exigencias de algún organismo público nacional o extranjero. Si nos ofrecen un contrato de trabajo en el extranjero, por ejemplo, puede traducirlo un traductor jurídico profesional para que lo entendamos y nos quedemos tranquilos antes de firmarlo. Cuando las traducciones son para uso personal y solo para comprenderlas, no es necesaria una traducción jurada. En cambio, si tenemos que presentarlo ante alguna institución y dotar a la traducción de validez legal (por ejemplo, para que nos reconozcan el derecho a una ayuda o pensión por nuestro trabajo), necesitaremos una traducción jurada.
En absoluto; se entiende por traducción jurídica la traducción de textos cuya temática es intrínsecamente legal. La traducción jurada, en cambio, no se ciñe al ámbito del derecho, sino que abarca textos de cualquier campo de especialización.
En su sitio web, el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación pone a disposición del público la lista oficial de traductores jurados en España, un directorio que se actualiza con frecuencia y en el que constan todos los traductores jurados que operan en nuestro país (con sus nombres y formas de contacto).
Esta lista está ordenada por las provincias en las que residen u operan los traductores jurados, y por los pares de idiomas que pueden traducir.
Aunque todos los documentos sean susceptibles de adquirir valor oficial ante las autoridades, no todos la necesitan. Se puede traducir cualquier documento, pero, si el documento original no tiene valor legal, la traducción tampoco lo tendrá. Un documento o declaración sin firmas ni sellos de ningún tipo, por ejemplo, normalmente no tiene valor legal.
La traducción y la interpretación son disciplinas distintas. Mientras que la traducción se realiza sobre textos escritos, la interpretación es una traducción verbal. En consecuencia, existen profesionales que dominan tanto la traducción como la interpretación, o solo una de las dos facultades. No obstante, el título otorgado por la Oficina de Lenguas del Ministerio de Asuntos Exteriores es el de traductor-intérprete jurado. Por tanto, en principio, cualquier inscrito en la lista oficia podría ejercer las tareas de traductor jurado de documentos escritos o intérprete jurado oficial en notarías o juicios. Pero la realidad es que la inmensa mayoría de los traductores jurados oficiales no prestan servicios de interpretación jurada.
No. La Apostilla de la Haya es una legalización del documento original. Debes acudir con tus documentos originales a la institución que haya emitido los documentos (notario, Registro Civil, etc.). Si tu documento se ha emitido en otro país, tendrás que acudir al país de origen del documento o al consulado.
Normalmente, lo que hay que legalizar no es la traducción jurada sino el documento original, es decir, en ocasiones puede ser necesario certificar la legitimidad del documento original. Tal necesidad la determinará la legislación del país cuyas autoridades la requieran.
Por lo tanto, habrá países a los que les baste que la traducción cuente con la Apostilla de La Haya (un método de legalización abreviada para los países firmantes del Convenio de La Haya), y otros que requerirán una legalización diplomática (que se realiza a través del consulado o la embajada de nuestro país en aquel territorio).
En caso de que sea necesario legalizar el documento original, debe legalizarse antes de hacer la traducción.
Además, si la traducción jurada se realiza en España, pero va a utilizarse en el extranjero, es probable que tenga que legalizar la firma del traductor jurado ante el ministerio.
Las traducciones juradas se pueden entregar en papel o digitalmente.
Si se entregan en papel, la traducción estará firmada y sellada por el traductor en todas sus hojas. Además, incluirá un párrafo de certificación al final de la traducción con un texto como el siguiente:
D/Dña. [nombre completo], Traductor/a-Intérprete Jurado/a de [idioma], nombrado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y de Cooperación, certifica que la que antecede es traducción fiel y completa al español de un documento redactado en [idioma].
Una traducción jurada digital es aquella traducción oficial que se entrega por medios telemáticos con la firma digital del traductor jurado y con la misma validez legal que la traducción en papel. No debemos confundir la traducción jurada con firma digital con una traducción jurada escaneada y enviada por email.
En resumen, cuando las traducciones juradas se entregan por correo electrónico, hay dos opciones:
«El Certificado digital FNMT de Persona Física es la certificación electrónica expedida por la FNMT-RCM que vincula a su suscriptor con unos Datos de verificación de Firma y confirma su identidad». Sirve para realizar trámites a través de Internet con la Administración Pública y algunas entidades privadas.
Puede consultar toda la información sobre la firma digital y cómo conseguirla en la página web de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.
Normalmente cada traductor jurado establece sus propias tarifas de traducción, pero existe una norma general para anticipar si la traducción oficial va a ser cara o barata: el par de idiomas, que determinará la cantidad de traductores jurados habilitados. No costará lo mismo traducir textos del español, el inglés o el francés que del hebreo, el ruso o el japonés. Para más información sobre los honorarios de los traductores jurados, le recomendamos que lea esta página sobre precios y tarifas de traducción jurada.
Para abordar una traducción jurada, contrata siempre los servicios de un traductor jurado profesional.
Sí, podemos apostillar las traducciones juradas ante notario. Este trámite es necesario cuando la traducción se va a utilizar en Rumanía o en algunos consulados de España. Para que podamos aconsejarte, indícanos dónde vas a utilizar la traducción. El trámite para apostillar la traducción puede tardar más de una semana.
Aunque, tradicionalmente, las autoridades brasileñas solo aceptaban traducciones juradas realizadas en Brasil, en los últimos años hemos observado un cambio de tendencia. Antes de encargar una traducción, consulta si, en tu caso, aceptarán una traducción jurada hecha en España.